I started out in search of ordinary things...

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miércoles, 20 de diciembre de 2017

Discos del 2017 (y XI)

5. Hamilton Leithauser + Rostam. I Had A Dream That you Were Mine .




















Es cierto, estoy haciendo trampas. Este disco no es del 2017. El segundo disco en solitario del exlíder de The Walkmen, -en esta ocasión grabado íntegramente en colaboración con Rostam Batmanglij de Vampire Weekend- se publicó a finales de septiembre del año pasado, por lo que su supone que no debería de aparecer en esta lista.
¿Pero cómo no meter al disco que con diferencia más he escuchado este año? El disco que contiene las canciones que en mi memoria han quedado para siempre adheridas a lo que he hecho, vivido, sentido, este año. Además, aunque saliese en septiembre del 2016 yo lo descubrí en abril de este año, y ha sido la banda sonora de mi vida desde los primeros meses de verano; así que finalmente aquí está, en el lugar de honor que merece, con su portada encabezando el último post de la lista de mis favoritos. Sentimentalmente, (casi) mi disco del año.
Pincha aquí para ver vídeo

4. Kevin Morby. City Music.

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Los merecidos elogios que se llevó la anterior obra de Kevin Morby -Singing Saw , número 7 en la lista del 2016, reseña aquí-; y los calificativos que le dimos a su talento se quedan cortos ante esta su continuación justo un año después. Porque City Music es mejor, mucho mejor, si cabe que su predecesor. En esta ocasión Kevin deja un poco de lado el campo y la montaña del anterior y se adentra de lleno en la ciudad, por lo que encontraras menos Dylan y bastante más Lou Reed y la Velvet. Pero a estas alturas las referencias son lo de menos. Como dijimos hace un año, Kevin Morby demuestra que está a la altura de sus maestros, que va sobrado de talento y que todavía no ha tocado techo.  Un último comentario antes de terminar: ¿a alguien más le recuerda el estribillo de Pearly Gates al de la película de La leyenda de la Ciudad Sin nombre?

3. The War on Drugs. A Deeper Understanding.

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The War on Drugs siguen en este A Deeper Understanding su trayectoria ascendente para hacer mejores canciones y, sobre todo, para sonar mejor. Sin preocuparse de que en sus críticas aparezcan nombres a día de hoy no tan cool como Dire Straits, o los sonidos de la etapa más ochentera de Springsteen y Dylan; Adam Granduciel y sus compañeros pulen al detalle la producción, meten los riffs de guitarras y los teclados que hagan falta en cada canción, las dejan crecer alargándolas lo que necesiten, y consiguen que los diez temas de A Deeper Understanding suenen aún mejor, como debe de sonar un disco de rock; y también consiguen dar a las canciones alma y que emocionen. De diez canciones, hits son como mínimo Holding on, Strangest Thing, Nothing to Find, In Chains, Clean Living y You Don't Have To Go. Y las otras cuatro casi que también. Imbatibles. 

2. The National. Sleep Well Beast.























Hablando de honestidad, es difícil dejar atrás a tus grupos favoritos. Y si además han sacado un muy buen disco, ¿qué más hay que añadir? Si solo por contener Pink Rabbits -¿mi canción favorita de lo que va de siglo?- le di el primer puesto en la lista del 2013 al anterior Trouble will find me; ¿cómo no voy a valorar por todo lo alto este Sleep Well Beast si es aún mejor? Podría hablar de la inteligencia con la que han introducido electrónica en muchos de los temas -nota especial para esa Sleep Well Beast construida sobre una base de bits que cierra el disco-; del romanticismo que destilan el piano de Carin at the Liquor Store y el baile de fin de noche de Dark Side of the Gym; de como el espíritu de Grinderman se apodera del grupo en Turtleneck; y de lo mal que han ido las cosas que hemos pasado de cantar Mr. November en las campañas de Kerry y Obama a The System Only Dreams in Total Darkness en la era Trump. Pero seamos honestos, The National son uno de mis grupos favoritos, y por eso están aquí.

1. Los Planetas. Zona Temporalmente Autónoma.




















Ni siquiera los fans más acérrimos esperábamos a estas alturas grandes cosas de Los Planetas. Habían pasado siete años desde Una Ópera Egipcia (2010), y parecía que, durante ese tiempo, los discos retorciendo el repertorio de Morente como Los Evangelistas cubrían sus necesidades flamencas psicodélicas a la que se habían dedicado desde La Leyenda del Espacio (2006); y la vertiente más pop era ocupada por la aventura de J junto a Manuel Ferrón en Grupo de Expertos Solynieve.  Estos últimos también tomaban la faceta político-reivindicativa de J en su colección de EPs Colinas Bermejas y Lucro Cesante. Así que poco hueco dejaban al grupo madre el desarrollo de los diferentes proyectos paralelos. Por último, el lanzamiento el año pasado del mediocre EP Dobles Fatigas nos ponía en lo peor. Los Planetas parecía que habían quedado como un magnífico grupo para dar conciertos y llenar festivales tocando sus grandes éxitos y recuperando sus discos míticos ahora que iban a cumplir aniversarios importantes. 
Todo eso se va al garete cuando, un mes antes de que salga Zona Temporalmente Autónoma lanzan como single Islamabad. Siete minutos en los que cogen un tema de trap de Yung Beef y lo convierten en una letanía psicodélica al más puro estilo Planetas. ¿Su mejor canción de su enorme repertorio? Porque ésa ha sido siempre la gran habilidad de Los Planetas, absorber toda la música que les gusta y llevarla a su terreno, hacerla propia y personal, desde sus primeros discos intentando imitar a Spacemen 3 a los últimos copiando del flamenco. Para J esa es la música popular, la que bebe de lo existente; y su gran virtud es haber creado un cancionero y una trayectoria propia personal y claramente identificable a partir de toda aquella música que han escuchado y les gustaba.
Así, llegamos a abril y, expectantes ante la salida de Zona Temporalmente Autónoma, descubrimos el contenido del resto del disco. Y lo que contiene es TODA la obra de Los Planetas. En esta ocasión, además de toda esa música escuchada que les sirve de influencia y de punto de partida, lo que han asimilado y regurgitado en este disco es toda su obra anterior, pero -como solo ellos saben hacer-, revisitada, actualizada, transformada y con una nueva personalidad que hace que nos cueste darnos cuenta. Islamabad tiene la épica instrumental que hacía grande Una semana en el motor de un autobús. Una cruz a cuestas revisita a Los Evangelistas. Soleá es psicodelia flamenca tan oscura como partes de La Leyenda del Espacio. Seguiriya de los 107 Faunos sube a los mismos cielos lisérgicos que Encuentros con entidades. Hierro y Niquel en letra y música es Super 8 veinte años después. Libertad para el solitario viene de la misma terna que Una corona de estrellas y Siete faroles de  Una Ópera Egipcia; mientras La Gitana va con la terna más oscura que cerraba el mismo disco. Ijtihad es el Pop comercial entendido por ellos. Espíritu Olímpico es el pop que descubrieron en Unidad de desplazamiento. Zona Autónoma Permanente mantiene el espíritu de Vainica Doble y contra la Ley de la Gravedad. Amanecer es la hermana romántica y positiva de Tú, misionero de Dios de Grupo de Expertos. Hay una estrella es lo que intentaron hacer para cerrar Unidad de desplazamiento pero esta vez consiguiendo la delicadeza y la emoción buscada. Y Guitarra Roja es la reivindicación política de los últimos EPs de Grupo de Expertos. 
Que mi grupo favorito saque a estas alturas un disco en el que suenen ecos de toda su obra anterior, de esos sonidos que me han acompañado en los últimos 23 años, que forman parte de mi vida.
¿Por qué escuchamos música? Porque estamos vivos -la muerte es silencio y vacío-, y las canciones son parte de esa vida.  

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