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sábado, 16 de diciembre de 2017

Discos del 2017 (III)

45. The Cairo Gang. Untouchable.

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The Cairo Gang es Emmett Kelly, un músico aventajado cuyo rastro puedes encontrar en trabajos de Bonnie "Prince" Billy, Angel Olsen y, últimamente, de Ty Segall.
En esta ocasión, para la grabación de este Untouchable, su amigo Ty Segall le devuelve el favor y toca la batería en los temas del disco. El resto de instrumentos y la producción corren a cargo de Emmett Kelly -¿he comentado ya lo de que es un músico aventajado?-. ¿Y a que suenan The Cairo Gang en esta ocasión? Pues, suenan a clásico, así sin más. Sus parámetros musicales no están fijados ni en Will Oldham ni en Ty Segall, sino en The Byrds y su guitarra de doce cuerdas, en los Kinks circa 1965-1967 e incluso en la entonación vocal de Arthur Lee y sus Love. Pero no estamos hablando de revival sesentero así sin más, The Cairo Gang recuerdan a todos esos grupos pero pasados por  las manos de un virtuoso de la guitarra que conoce de buena mano las enseñanzas de cuarenta años de historia del rock.
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44. Guillaume Stankiewicz. Les années.




















A la espera de los dos discos que nos promete Dominique A para el próximo 2018, la dosis de música francesa de este año la trae Guillaume Stankiewicz y este su disco de debut, que nos recuerda tanto a la aproximación del de Nantes al rock anglosajón como, especialmente, a otros asimiladores del rock a la tradición de la chanson como Vincent Delerm. De las once canciones que conforman el disco sobresalen Si Je Savais, La Crevasse, Dehors y Sans cesse et sans bruit; sobran las dos cantadas en inglés  -Come along with me y Our dance- e, inexplicablemente, falta, de sus EPs primerizos, la maravillosa San Francesco del Deserto

43. Destroyer. Ken.

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La capacidad compositiva de Dan Bejar, unida a su enorme cultura musical, hace que cada nueva entrega de Destroyer sea irreprochable. En esta ocasión abandona en parte el homenaje a Lou Reed y a David Bowie de los setenta de su disco anterior -en parte, porque la influencia de Bowie siempre está presente en la obra de Destroyer-, y en Ken nos transporta a la Inglaterra de finales de los ochenta y principios de los noventa; en el disco percibimos ecos de New Order, de The Cure, los Smiths, the La's...; pero son solo ecos, porque por encima de todo está la personalidad de Destroyer, claramente marcada en todos los discos que Dan Bejar ha ido sacando con su banda. Un disco para escuchar a varios niveles: por el mero placer de disfrutar la calidad de sus temas o, para expertos y frickys, como juego de adivinanzas para descubrir cada uno de los homenajes sonoros que esconde en cada canción.
42. Rosalía. Los ángeles.

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Raül Fernández -Refree- siempre ha sido un tipo inquieto y musicalmente sin prejuicios, así que, tras jugar un poco con el flamenco adaptando un par de temas de Morente en el maravilloso disco Granada, donde acompañaba la voz de Silvia Pérez Cruz -reseña aquí-, en esta ocasión decide tirarse de cabeza y acompañar a la guitarra a Rosalía en su disco de debut, un disco de flamenco donde, como no puede ser de otra manera, en las primeras escuchas lo que destaca es la voz de Rosalía al cante, la auténtica protagonista del disco; pero si escarbamos un poco y oímos los juegos de guitarra de Refree descubriremos que, en muchos casos, estos no están muy lejos de las primeras grabaciones de Will Oldham y Palace. Quejíos diferentes pero ambos saliendo del corazón. Y, en algunos tramos instrumentales, casi podemos percibir  aires de David Pajo, Slint y el slowcore. Porque, al final, la distancia entre Jerez y Louisville es la que ocupan seis cuerdas. 
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41. Benjamin Gibbard. Bandwagonesque. 

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Voy a decir algo que alguno puede considerar una herejía: el Bandwagonesque de Teenage Fanclub es uno de los mejores discos peores grabados de la historia del rock. Nunca unas canciones tan excepcionales sufrieron una producción tan lamentable. Y que conste que me eduqué musicalmente en los noventa, soy fan de Pavement y tengo en mi discoteca un buen número de discos lofi, pero es que a día de hoy, cada vez que intento escuchar este clásico de Teenage Fanclub no puedo con la producción, muchas de las canciones me es casi imposible disfrutarlas -The Concept se disfruta incluso aunque estuviese grabada en una lata-. Creo recordar que solo me pasa esto con este disco y con el His 'n Hers de Pulp. Parece que Benjamin Gibbard, aparte de demostrar ser fan irredento del grupo, piensa algo parecido porque si no no se explica como ha tenido la ocurrencia de, más de 25 años después, volver a grabar los doce temas de esta obra maestra de Teenage Fanclub. Puntos a favor: grandes canciones -obra maestra-, bien producidas. Puntos en contra: es una copia de un disco ya publicado -literal-, no es Teenage Fanclub. Por eso aparece en esta posición en la lista.
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