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domingo, 17 de diciembre de 2017

Discos del 2017 (VII)

25. Flotation Toy Warning. The Machine That Made Us.

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Encontrarme esta joya de disco, totalmente desconocida, completamente al azar y fruto de la más absoluta casualidad, es uno de los mayores regalos musicales que me ha traído este 2017. Aún hoy, intentando buscar referencias para documentarme sobre el disco, me cuesta encontrarlas en internet.
¿Pero es que nadie ha escuchado este disco? Esa idea, la de la cantidad ingente de buena música que debe de haber por ahí sin escuchar la verdad es que a veces me quita el sueño. Todo lo que nos estamos perdiendo a pesar -o debido a- la sobreexposición brutal que sufrimos: millones de canciones a nuestra disposición para ser escuchadas; ¿cuáles escoger? Perdidos en la sobreinformación, nos apoyamos en grupos que ya conocemos y nos gustan, en recomendaciones de amigos, en criterios de revistas, blogs o personas que sabemos que son medianamente fiables, queramos o no el bombardeo directo también nos influye en nuestras decisiones... Así que, si alguien lee esto y mi opinión sirve de algo, por favor que le dé una oportunidad a Flotation Toy Warning, quizás el mejor grupo desconocido del año. Necesitan varias escuchas, pero a mí me han atrapado de lleno. Es un misterio por qué a veces grupos pequeños consiguen producirte ese pellizco en el estómago. ¿A qué suenan? Veamos: la emoción y falsa teatralidad de The Bitter Springs, la épica espacial de bolsillo de Grandaddy, la locura de Neutral Milk Hotel...
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24. The New Year. Snow.




















El paso del tiempo no existe para los hermanos Kadane. Músicos de referencia del slowcore en los 90 con Bedhead, referencia clave del sello Touch & Go e influencia de un montón de grupos de ese estilo en aquella época; desde el 2001 que montaron el grupo The New Year y sacaron Newness End  siguen haciendo la música que a ellos -y a nosotros- les gusta. No importa que hayan pasado nueve años desde su anterior trabajo, The New Year (2008) -que a su vez salió cuatro años después del segundo The end is near (2004). Cuatro discos en 17 años; un periodo de tiempo en el que el mundo ha cambiado por completo, la industria musical se ha transformado, hemos pasado de los CDs al streaming..., pero ellos siguen haciendo la misma buena música de siempre. Las diez canciones de Snow son tan buenas como las diez de The New Year, o las nueve de The end is near. Las guitarras siguen ahí, hablándose entre ellas, emocionándonos; el bajo y la batería nos marcan el ritmo y subiendo la tensión, poco a poco, hasta las alturas. Escuchamos música para emocionarnos, y pocos grupos, a pesar de los años -que en realidad sí que pasan-, consiguen emocionar a base de guitarras como The New Year.

23. Aimee Mann. Mental Illness.




















Hablábamos hace un rato de orfebres y artesanos de la música cuando reseñábamos al bueno de Ron Sexsmith. Aimee Mann no es una orfebre pero sí es una artesana del rock americano, creadora de canciones perfectas de factura impecable, más acústicas y menos arregladas que las de Sexsmith pero de una mayor carga emocional. El único pero que se le puede poner a este disco es su portada, horrible, porque el resto no tiene desperdicio. Gracias al éxito de la canción Save me  de la película Magnolia, Aimee se ha ganado una buena legión de seguidores en Estados Unidos que, tras treinta años de carrera, le aseguran cierta estabilidad y un público fiel. Así que, con suerte, cada cuatro o cinco años podremos seguir disfrutando de discos tan maravillosos como éste. A disfrutar.
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22. Perfume Genius. No Shape.




















No Shape es sin lugar a dudas el mejor trabajo de Perfume Genius hasta la fecha. Si ya en su anterior trabajo Too Bright (2014) -reseña aquí- Mike Hadreas ampliaba el registro musical respecto a sus dos primeros discos, en esta nueva entrega abandona definitivamente el pop confesional de dormitorio y nos presenta un tremendo tour de force en el que perviven la fragilidad y belleza. El disco arranca con el grito orquestal desgarrador que rompe en pedazos Otherside; y se cierra con Alan, la mejor canción de amor del año, que flota en el aire incluso minutos después de haber finalizado. Sensibilidad a flor de piel. 

21. Grandaddy. Last Place.

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Diez años después Jason Lytle decide grabar de nuevo bajo la marca de su grupo original Grandaddy -desde entonces lo ha estado haciendo directamente con su nombre-; y los viejos fans estamos de enhorabuena porque el resultado está a la altura del resto de la obra del grupo.  Last Place tiene todo lo que nos hizo enamorarnos de Grandaddy; esa épica espacial de bolsillo, esas melodías de teclados que te transportan, esas letras..., aparece incluso el humanoide borracho Jed de The Software Slump. Pero, sobre todo, lo que tiene es el talento genial de Jason Lytle a la hora de componer canciones que parecen alegres pero que te dejan un poso de tristeza, o que parecen tristes y te provocan esperanza. Porque hay que ser un genio para poder cambiar tu estado de ánimo con una canción.


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