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viernes, 30 de diciembre de 2016

Discos del 2016 (XI)

10. Animal Collective. Painting with.

Painting With

Para quienes pensaban que Merryweather Post Pavillion -su obra cumbre- era el disco más pop de Animal Collective, este Painting with viene a remplazarlo. Porque éste es el disco más directo, más pop y más accesible en la carrera de este grupo de excéntricos musicales.
Pero ojo, siguen siendo Animal Collective, así que si no los conoces el disco te puede parecer una marcianada en toda regla. Aquí la experimentación instrumental se ha dejado un poco de lado para jugar con las armonias vocales, y el resultado nos confirma que en el fondo a lo que aspiran es a ser los nuevos Beach Boys del siglo XXI, pero los de la época en la que Brian Wilson tomaba LSD y quería componer sinfonías adolescentes para Dios. No está a la altura del Merryweather, y personalmente me gustó más el último de Panda Bear, pero prefiero esta faceta más fresca que sus anteriores discos de largos desarrollos experimentales. Otro día hablaré de qué instintos primarios resuenan en la música de Animal Collective, que hacen que a mi hija con dos años le encante que le ponga este disco, igual que le pasaba a la mayor con la misma edad cuando le ponía el Strawberry jam.
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9. M. Ward. More rain.

More Rain

Matt Ward es un genio, todo lo que hace lo hace bien. No tiene un disco malo, y éste tampoco lo es. Su música es de otro tiempo, de otra época, pero solo podría hacerse en ésta. Consigue ser antigua y nueva a la vez; son canciones que parecen venir de una emisora en un universo paralelo donde la música actual suena como las viejas canciones de los años cuarenta y cincuenta. A la altura del resto de su obra, este disco es maravilloso, lleno de momentos memorables. Yo en particular me quedo con dos: ese grito pidiendo que un helicóptero le eche un cable en medio de Girl from Conejo Valley -que enlaza directamente con la primera canción de M. Ward que escuché y me conquistó, Helicopter del Transfiguration of Vincent del 2003-, y la fabulosa versión -otra más- del You're so good to me, nada menos que del Pet Sounds de los Beach Boys. Un año en el que saca disco M. Ward no puede ser musicalmente malo. Un grande.

8. MONEY. Suicide songs.




















Jugar a hacer arte con la desgracia es arriesgado. Desde Joyce, la imagen del artista atormentado ha dado mucho juego. La belleza de la muerte y de tocar fondo ha sido utilizada en muchas ocasiones, pero si uno se pasa de rosca con esa estética fúnebre y en el lamento puede parecer falso, artificioso, y perder  toda credibilidad, dando al traste con el efecto y los sentimientos que se pretendían transmitir inicialmente. Por eso titular un disco como canciones suicidas, publicar esa portada donde aparece el líder de MONEY, Jamie Lee, con el cuchillo colgando sobre su cabeza, y todo el ambiente e instrumentación solemne que se le ha dado a los temas era muy arriesgado; todo parece excesivamente premeditado, demasiada pose. Pero nuestras suspicacias y sospechas se vienen abajo al escuchar los nueve temas. Efectivamente, el disco está realizado para epatar, para deslumbrar y con todas las pretensiones de obra grande y perdurable. Pero es que han conseguido hacer una obra grande y perdurable; partiendo del corazón más oscuro de The Cure y Joy Division, con los Smiths y Morrisey de cabecera, y aterrizando la nave de Spiritualized en un lodazal de depresión, Como unos Antlers británicos, con todas las connotaciones que eso conlleva. Hermosamente triste. Magistral.

7. Kevin Morby. Singing saw.

Singing Saw


Personalmente el descubrimiento del año. Con este disco Kevin Morby se coloca en la primera división de cantautores americanos con cosas que aportar. El que fuera bajista de Woods se revela como un artista capaz de asimilar las influencias de siempre -Dylan, Cohen...- para producir nueva música muy personal, ya sea con hits como Dorothy y I have been to the mountain -¡ese mariachi de fondo!-, como con temas más tranquilos como Cut me down, Drunk on a star y Ferris Wheel.  Los saxos en Destroyer nos recuerdan precisamente al grupo de Dan Bejar; el ritmo hipnótico de los siete minutos de Singing Saw nos transportan al desierto hasta las cejas de ácido; y Water que cierra el disco empieza siendo un descarte del Death of a ladies' man de Leonard Cohen para transformarse en Bob Dylan tocando con los Travelling Willburys. Con este disco Kevin Morby pasa el examen con nota y se pone a la altura de sus maestros.
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6. PJ Harvey. The Hope Six Demolition Project.

The Hope Six Demolition Project

Otra grande que ha sacado disco este año. En The hope six demolition project PJ Harvey continua la línea argumental y musical ya iniciada en su aclamado Let England shake. Quizás por comparación con éste y porque el efecto sorpresa no aparece aquí, el disco ha recibido críticas más tibias respecto a su predecesor, lo cual es totalmente injusto; porque Polly Jean mantiene aquí la misma calidad de siempre y continúa haciendo blues político y social del siglo XXI. Porque hoy más que nunca, en los tiempos convulsos que vivimos, seguimos necesitando música así: cruda, seca y que nos escupa nuestras miserias a la cara.
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