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miércoles, 28 de diciembre de 2016

Discos del 2016 (VII)

30. Ray Lamontagne. Ouroboros.

Ouroboros

Tener una voz como la de Ray Lamontagne te permite vivir toda tu vida sacando discos de folk-rock con raíces country y melodías que te pongan la piel de gallina.
Pero Ray es un tipo inquieto que no se conforma solo con emocionarte en cada estrofa con su registro vocal, ni siendo el nuevo Ryan Adams o el heredero del Van Morrison más campestre. En este su sexto disco se nota la producción de Jim James de My Morning Jacket, y juntos recorren un camino por la psicodelia de los setenta que, curiosamente, los acerca en tono y ritmo al Jonathan Wilson de Gentle Spirit. Música expansiva, de largos desarrollos. espacial como podían serlo algunos discos de Pink Floyd. Y, por supuesto, la voz de Ray Lamontagne sigue mandando en cada tema para emocionarte y ponerte la piel de gallina.
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29. Sam Bean & Jesca Hoop. Love letter for fire.

Love Letter for Fire

Una vez más Sam Bean decide juntarse con algún músico de su misma órbita para grabar un disco compartido fuera de la que es su marca personal Iron & Wine. Pero esta vez no son versiones como en el caso del disco del año pasado con el líder de Band of Horses. La colaboración con Jesca Hoop ha sido más fructífera y les ha permitido sacar trece preciosas canciones con firma conjunta. Y el resultado es sobresaliente, porque estamos quizá ante uno de los discos más hermosos del año. Es cierto que no va a revolucionar el mundo de la música, y que los discos de Sam como Iron & Wine son musicalmente más interesantes y mucho más elaborados. Pero este Love letter for fire te golpea en su sencillez con un puñado de canciones folk preciosas, las dos voces se compenetran maravillosamente -no en vano el duo que grabo Sam Bean con Jesca Hoop para el debut de ésta era de lo mejor de ese álbum -nº38 en la lista del 2014 aquí-, y difícilmente escuches este año canciones más bonitas que las que encuentres aquí.
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28. Matt Elliott. The calm before.


The Calm Before

Ajeno a los movimientos musicales, a las últimas modas y tendencias, al Brexit y a lo que venga, Matt Elliott sigue a lo suyo, fiel a su cita bienal, entregándonos una nueva colección de canciones de lo que, si existiese tal, podríamos llamar folk europeo (en comparación con el folk americano, nada que ver con gaitas, celtas y etcéteras por favor).  Porque lo que hace esté inglés acompañado de guitarra española publicando en un pequeño sello independiente francés no puede ser más europeo. En esta ocasión son sólo 6 temas pero que en total dan para 43 minutos de música, más pausada que en anteriores discos -baja varios grados la tensión e intensidad-, pero más hermosa aún si cabe. Música atemporal que nos llega de muy lejos, de aquí cerca.
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27. Bat for Lashes. The bride.

The  Bride

Natasha Khan lo tiene todo para triunfar, llegar al millón de escuchas en Spotify, ir a los Grammy y estar al nivel de las grandes divas -Beyoncé aparte, que juega en otra liga-. Tiene voz, actitud y carisma; y es capaz de mezclar en un disco hits bailables como Sunday love con baladones como If I Knew e In your bed. Quizás sea en exceso oscura y en algunos temas peque de densa para que llegue a todos los públicos -el disco se supone que va sobre una novia cuyo prometido muere en accidente de coche camino de la boda-, pero son esos pasajes menos obvios como Clouds los que me han ganado para su causa.
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26. Sr. Chinarro. El progreso.

El Progreso

Once años después de El fuego amigo, Antonio Luque vuelve a ponerse en manos de J en la producción y graba en el Refugio Antiaéreo este El progreso. Y, como once años antes, el resultado es el mejor disco de Sr. Chinarro de los últimos que ha sacado. Ya no está Enrique Morente para darle la vuelta y aflamencar el Rito, pero queda su hija Soleá para hacer aún más grande la canción que da título al disco, de largo la mejor de todas. Y las guitarras de Florent para hacer de La mujer la canción más planetoide de las que ha grabado nunca el Sr.Chinarro. Pero por encima de todo, queda el talento de Antonio Luque, inagotable después de tantos discos, sus letras únicas y personales que encajan por fin en cada canción -le costó años aprender a  meter esos versos ingeniosos en las melodías-. Como hace once años, el saldo de las canciones es algo irregular -enormes Efectos especiales, Walden, El progreso y La mujer, por debajo del resto Maravilla, La ciudad provisional y La fiebre del oro-;  pero si es cierto que vivimos en bucle y que tras éste El Progreso vendrán sus equivalentes a El mundo según y Ronroneando, entonces estamos de suerte.
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