I started out in search of ordinary things...

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viernes, 28 de diciembre de 2018

Discos del 2018 (y X)

5. Damien Jurado. The horizon just laughed. 

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Damien Jurado continúa con su regularidad aplastante de sacar un disco cada dos años y de que cada disco sea de lo mejor del año; para quien escribe, Visions of us on the land fue el 3º de 2016 -reseña aquí-; y Brothers and sisters of the eternal son fue el mejor de 2014 -reseña aquí-; pero si hubiese empezado este blog antes no quepa duda de que parecidas posiciones tendrían Maraqopa (2012), Saint Barlett (2010) y Caught in the trees (2008).
Sigo la carrera de Damien Jurado desde el 2000 con su (pen-)último disco para Sub Pop Ghost of David, y la evolución que ha tenido en esta última década desde el cantautor rock/folk en la órbita de Jason Molina que pretendía ser en la década anterior hasta esa expansión brutal de su sonido en todas las direcciones, probando todo tipo de estilos, de la mano de la producción de Richard Swift desde el Saint Barlett ha sido brutal, y lo ha posicionado para mí como un referente en la música americana actual.
Para este The horizon just laughed que nos ocupa Damien Jurado ha decidido prescindir de su compinche Richard Swift y encargarse él mismo de la producción. La desgraciada muerte este año de Richard Swift nos lleva a lamentarnos de que esa mágica colaboración ya no va a producirse más -a parte de a dar gracias de que vivimos en un país con un sistema de salud público de calidad, da auténtico miedo ver cuando músicos que sigues se movilizan en las redes para montar crowdfundings para pagar operaciones o tratamientos de colegas de profesión que no tienen cobertura-.
La autoproducción del disco implica un tono aparentemente más contenido y austero, un aterrizaje de "la nave espacial" de la que hablábamos al reseñar sus dos anteriores trabajos. Pero, tal como pasaba en el último disco de Iron & Wine -aquí-, en el que también comentábamos que volvía en cierta manera a sus raíces, "es un error común pensar que cuando volvemos somos los mismos, que nada ha cambiado, que haremos lo que hacíamos antes de irnos, como lo hacíamos antes de irnos".
Bajo la apariencia austera se esconden un sinfín de detalles, desde esos violines y tono soul al mejor estilo Lambchop de Allocate hasta ese ritmo casi bossa de Florence-Jean; pero sobre todo destaca la capacidad creativa de un tipo en permanente estado de gracia, tanto con las letras como con la música. En Over Rainbows and Rainier y The Last Great Washington State alcanza territorios por donde apenas transitan Will Oldham y Bill Callahan. Palabras mayores.
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4. Typhoon. Offerings.

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El descubrimiento/sorpresa del año. Este disco oscuro, denso, de canciones largas -14 que duran en total 70 minutos-, de un colectivo de once músicos de los que nunca había oído nada -este Offerings es su cuarto disco-; un disco conceptual en torno a la pérdida de memoria del protagonista...; este disco que metí en mi lista de reproducción de novedades junto con varios más al mismo tiempo, sin darle muchas oportunidades inicialmente, pero del que cada vez que sonaba en aleatorio una canción de él llamaba mi atención y me obligaba a escucharlo con detenimiento; este disco ha acabado siendo uno de mis favoritos del año. Canciones oscuras y densas pero con fuego interior que me hacen recordar a The Antlers, con cambios de ritmo y melodía en cada canción como solo Andrew Bird es capaz de hacer; canciones largas que no parecen acabar nunca ni tú quieres que lo hagan, y que se te hacen misteriosamente cortas. Momentos de épica rock bien entendida como  los Arcade Fire de Neon Bible o Bright Eyes del Fevers & Mirrors. Puedo seguir citando referencias -¿es Will Oldham el que canta en Beachtowel y Chairoscuro? ¿Es Darker un descarte del Hospice de The Antlers?-, pero no creo que consiga que te hagas una idea de la grandeza de este disco, hecho para perdurar.
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3. Car Seat Headrest. Twin Fantasy (Face to face).

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Yo descubrí a Car Seat Headrest con su anterior trabajo, Teens of denial (2016) -reseña aquí-, así que no tengo ninguna referencia ni puedo comparar este Twin Fantasy (Face to face) con su versión original que grabó Will Toledo en su casa sin medios y que tenía colgado en bandcamp desde 2011. Parece ser que Will nunca estuvo satisfecho con el tono obligadamente lofi que tenía el album original, por eso se propuso rehacerlo de nuevo y grabarlo ahora con todos los medios que las canciones merecían. Y el resultado es, sencillamente, brutal. Diez canciones que conforman una epopeya rock conceptual sobre el amor adolescente, sobre buscar a nuestra persona ideal, sobre encontrarla, amarla, disfrutarla, quererla cambiar para que sea ideal, sobre disfrutar y sufrir, sobre tomar drogas y dejarlas, sobre vivir una fantasia y darnos de bruces con la realidad, sobre descubrirse a uno mismo a través de los demás. Porque este disco es el jodido Una semana en el motor de un autobús de su generación. Porque hacía veinte años que nadie me ponía la piel de gallina con un disco de rock de angustia adolescente, de hits que te hacen gritar, tocar la guitarra de mentira y querer saltar por la ventana.  

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2. Spiritualized. And nothing hurt.



Hace veinte años quedé tan golpeado con el Ladies and gentlemen we are floating in space que desde entonces he sido super crítico con cada disco que sacaban Spiritualized. Ese disco me conmocionó tanto musicalmente que con cada nuevo disco me llevaba una ligera decepción. Porque los discos de Spiritualized son impecables, excepcionalmente grabados, manteniendo siempre el concepto de lo que el rock y el soul deben de ser según Jason Pierce, música al nivel de ambición de Brian Wilson on drugs en una nave espacial. Pero ninguno llegaba a tocarme como lo hizo Ladies and gentlemen…, por eso Spiritualized no está dentro de mis artistas favoritos, porque (casi) siempre me ha parecido que les faltaba algo, no sé, alma, pellizco...
En este And nothing hurt por fin Spiritualized parece que tienen ese algo extra aparte de canciones excepcionales. Algo flota a lo largo del disco que lo lleva a los niveles de su obra cumbre. Pero veinte años son muchos años, y tanto Jason Pierce c y omo yo somos personas muy diferentes a las que éramos en 1997; así que lo que antes era dolor y miedo ahora es algo así como paz y esperanza. Como dice el título del disco, a estas alturas, tras todo lo vivido, ya nada duele. Y seguramente a mi yo de cuarenta años este And nothing hurt le pegue tan bien como el Ladies and gentlemen we are floating in space a mi yo de veinte. Porque seguro que la culpa no era tuya Jason, era mía pretendiendo ser y sentir lo mismo.
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1. Beach House. 7. 



Volviendo de nuevo veinte años atrás, ante la aclamación general del Ladies & gentlemen we are floating in space de Spiritualized y del Deserter's songs de Mercury Rev, recuerdo una reflexión curiosa que hacía J en esa época en las entrevistas de promoción del Una semana en el motor de un autobús de Los Planetas sobre esos dos grupos y la esencia del rock. Venía a decir algo así que, por un lado, estaba el hacer buenas y grandes canciones, el cerebro, pero que el auténtico rock era el alma y la esencia, lo salvaje, algo que aportaban en los grupos gente que no tenía porqué ser el líder o el autor de las canciones. En su caso, para J el alma de Los Planetas era Florent , igual que lo era David Baker para Mercury Rev y Space Boom en Spacemen 3. Por eso criticaba el Deserter's songs y el Ladies & gentlemen; estaban muy bien pero les faltaba el alma, el rock auténtico y puro que aportaban los miembros que ya no estaban.
Lo que acabo de contar me viene a la mente al ver las dos producciones que ha realizado en los últimos años Peter Kember (aka Sonic Boom, compañero de tropelías de Jason Pierce haciendo a finales de los ochenta distorsión psicodélica como Spacemen 3) y los increíbles resultados que ha logrado. Porque, siendo músicas totalmente diferentes, tanto el Panda Bear meets the Grim Reaper -reseña aquí- como este 7 tienen alma propia. Ambas producciones han conseguido llevar a sus respectivos artistas a un nivel superior.
Pero estamos hablado de Beach House, un grupo que ya había alcanzado cumbres enormes en discos como Teen Dream (2010), Bloom (2012) -mi favorito de ese año- y Depresion Cherry (2015) -3º de la lista, reseña junto al de Panda Bear-, así que hablar de un nivel superior quiere decir llegar al cielo, al infinito. Porque ahora a ese dream pop que nos elevaba y nos llevaba a lugares imposibles le restan algo de azúcar para inyectarle psicodelia, negrura y oscuridad. Desde las primeras notas de Dark Spring, Beach House te transportan a otro mundo, a otra dimensión en la que flotas y en las que las sensaciones están magnificadas por tres o por cuatro, de la que no puedes ni quieres volver. Van sonando los temas uno detrás de otro y no sabes que decir: Dark spring, Pay no mind, Lemon glow, L'inconnue, Drunk in L.A., Dive, Black Car, Lose your smile, Woo, Girl of the year y Last ride. Como el once titular de los equipos de leyenda. El mejor disco de posiblemente el mejor grupo de esta década. Música para soñar, para sentirnos vivos, para ser felices. Hasta el infinito y más allá.
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