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lunes, 24 de diciembre de 2018

Discos del 2018 (VIII)

15. Luluc. Sculptor. 

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Todo lo bueno que traía Luluc en su anterior trabajo Passerby (2014) -reseña aquí-, se ve refrendado con creces en este Sculptor. Diez canciones preciosas como diez soles; pastorales como si en Low cantase siempre Mimi Parker y en lugar de ser mormones y venir del slowcore se hubiesen pasado la adolescencia en el campo escuchando Nick Drake.

Más allá de la frágil belleza que desprende cada tema, todos imbuidos de ese universo particular que le aportan al disco, puede apreciarse a un segundo nivel una expansión de su sonido. Una vez superado el impacto de las primeras escuchas, descubrirás que bajo la capa de esas hermosas melodías que brillan incluso en las noches más oscuras, existen infinidad de pequeños detalles y arreglos que van más allá de las guitarras campestres y los cantos a la luz de la hoguera.
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14. Rayland Baxter. Wide awake. 

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El tercer disco de Rayland Baxter empieza alto con Strange american dream y ya no baja el nivel durante los 45 minutos que duran las diez canciones del album. Como una buena -gran- atracción de feria, Wide awake te divierte, apenas te da respiro y se te hace corto. Canciones redondas de música americana tamizadas por sonidos clásicos beatlelianos, sería algo así como el Figure 8 de Elliott Smith pero sin la carga emocional de este último -¡joder como te echamos de menos Elliott!-; y un poco de aliño a lo Randy Newman, por algo Rayland viene del sur. Un disco que no va a cambiar la historia de la música pero que engancha desde la primera escucha, y que me ha hecho pasar algunos de los mejores momentos musicales del año. 79 shiny revolvers siempre estará ya asociada a mis hijas bailándola abrazadas a las almohadas cada vez que iba en verano a verlas a la playa.
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13. Rosalía. El mal querer.

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Los dos minutos y medio que dura Malamente le bastaron a Rosalía para conquistar el mundo. Y los treinta minutos que dura este El mal querer han sido suficientes para cambiar la historia de la música en España. Como todo producto lanzado para el éxito global, Rosalía tiene una legión de haters dispuestos a tirar por tierra su propuesta, algunos de los cuales no dirían lo mismo al escuchar su primer trabajo Los ángeles (2017) -reseña aquí-, y es normal que reaccionemos con algo de rechazo ante la sobreexposición de un producto. Pero debemos de distinguir entre la Rosalia artista y la Rosalía producto. La Rosalía artista, tal como hizo en su disco anterior mezclando la música indie americana con el flamenco, intenta y consigue en El mal querer mezclar flamenco con toda la música actual: desde el trap al R&B, desde C. Tangana a Beyoncé pasando por Kanye West y Justin Timberlake. Y lo milagroso es que consigue salir airosa del trance, colocando un arte ancestral como el flamenco de lleno en el siglo XXI. Por supuesto que no es la mejor cantaora, ni tiene la mejor voz, pero este disco tiene y tendrá la importancia de obras transgresoras como La leyenda del tiempo  o el Omega Un disco para una época, para una generación. A mí me coge mayor, pero dudar de su impacto y de su calidad sería injusto. Para terminar, la Rosalía producto ha alcanzado en poco tiempo llegar a cada rincón, a las cotas más altas, y compararse con las grandes divas de la música popular. Ojala siga ahí mucho tiempo.
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12. Ghost Music. I was hoping you'd pass by here. 




















¿Qué pensarías si te digo que existe un grupo con los juegos de guitarras de Galaxy 500 y los primeros Luna; las melodías de los mejores The Go-Betweens y la emoción de The Bitter Springs? El azar juega una parte esencial en nuestras vidas, y ha sido por puro azar que he descubierto esta joya, de la que no he encontrado posteriormente ninguna referencia en ninguna página especializada -solo el buen ojo de David S. Mordoh lo ha reseñado meses después de que yo ya estuviese rendido a sus pies-. Un disco pequeño que crece y se hace enorme, que te acompaña y se adhiere a tu vida pasando a ser parte de tu memoria musical. Escuchándolo ahora de nuevo mientras escribo esto, lo único que se me ocurre añadir es por qué lo he puesto en el doce de la lista, cuando emocionalmente debería estar entre los cinco primeros.  

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11. Saintseneca. Pillar of Na.

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Saintseneca llevan tres discos seguidos sin decepcionarnos, y eso que las expectativas han ido creciendo con cada nuevo trabajo. Nos sorprendieron en 2014 con Dark Arc -número 4 de la lista de ese año, reseña aquí-; explotaron al año siguiente con Such things -número 5 de la lista, reseña aquí-; y tres años después no bajan el listón con este Pillar of Na. Mantienen ese sonido característico que marcaron a fuego en Such things, mezclando indie con folk con psicodelia con... Como unos Bowerbirds poseídos por los Flaming Lips de los 90, como Bright Eyes del Fevers & mirrors con la intensidad de Centro-matic, como una Joanna Newsom rockera y fan de R.E.M., Saintseneca suenan a todo lo que me gusta. Poco más que añadir a lo que escribí cuando comenté el Such things. Uno de mis grupos favoritos en la actualidad.
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