I started out in search of ordinary things...

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jueves, 31 de diciembre de 2015

Discos del 2015 (y X)

5. Saintseneca. Such things.

Such Things

Eso que suena es el talento de Zac Little explosionando en todas las direcciones. Este Such things no es un paso adelante en la carrera de Saintseneca; su tercer disco es un salto al vacío desde un rascacielos, sin miedo, abandonando etiquetas -indie-folk, weird-folk...- para hacer MÚSICA, así en mayúsculas; llámalo pop, rock, americana o como quieras. Subiendo en varios decibelios su sonido, ganando increíblemente en emoción e intensidad, y haciendo CANCIONES. Creando su sonido propio y característico -¿Joanna Newsom meets Centro-matic?- en temas como Such things, Sleeper hold, Estuary, Rare form, The awfull yawn y River, todos hits. A partir de ahora Saintseneca suenan como a Saintseneca -igual que Bowerbirds suenan a Bowerbirds, y Andrew Bird a Andrew Bird-, ya no hace falta compararlos con otros grupos. Con este disco se han ganado su sitio en la música americana actual. Y si con esas canciones no tienes suficiente, How many blankets are in the world casí podría haber aparecido en el Songs to play de Robert Forster; y Maya 31 podría haber estado en el último de Tame Impala si Kevin Parker hubiese mantenido la línea del Lonerism. 
Giant step.
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4. Panda Bear. Panda Bear meets the Grim Reaper.

Panda Bear Meets the Grim Reaper

Panda Bear meets the Grim Reaper, o, lo que es lo mismo, Noah Lennox -la parte más pop de Animal Collective- conoce a Sonic Boom - Peter Kember, la parte más psicodélica de Spacemen 3-, y juntos nos entregan esta obra maestra de lo que debería ser (y es) el pop en la segunda década del siglo XXI. Porque, seamos sinceros, han pasado quince años ya desde el cambio de siglo y la mayoría de los discos de esta lista -todos excelentes eso sí-, tienen de referencia música de hace veinte años o más, algunos incluso podían haber salido en esa época sin problemas. Es como si en 1985 la música siguiese sonando como el Rubber Soul o el Pet Sounds. Quizás, junto con el Merryweather Postpavillion, el trabajo más accesible de un miembro del colectivo animal, lo cual no quiere decir que su escucha sea fácil de primeras. Pero si le dedicas el cariño que merece, detrás de los loops y ritmos y ruidos diversos, encontrarás el espíritu de Brian Wilson buscando la melodía pop perfecta, esa música para hablar con Dios. Porque estoy convencido que, de haber nacido cincuenta años más tarde, ésta es la música que los Beach Boys harían. Y, algo inusual en la música de Animal Collective y asociados, aquí si puedes encontrar hits como Mr Noah y Acid Wash. Aunque yo personalmente me quede con la maravillosa Tropic of Cancer, homenaje al padre de Noah fallecido y reflexión sobre la pérdida y el sentimiento de orfandad, con su entrada majestuosa y ese sonido de arpa acompañando la melodía. Aquí os la dejo.
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3. Beach House. Depression Cherry.

Depression Cherry

Suenan las primeras notas del teclado de Victoria Legrand en Levitation, primer tema de este Depression Cherry, y con poco más la emoción comienza a inundarte, y, tres años después, tras el maravilloso Bloom, la música de Beach House te eleva a sitios que sólo con ellos puedes alcanzar. Depression Cherry, junto con los anteriores Teen Dream y Bloom,  constituyen tres cimas inalcanzables en la carrera de Beach House, tres ochomiles de dreampop ensoñador y emocionante, de éxtasis musical, Cierto que en este disco no ha habido mucha evolución en el sonido del duo, que el título del disco y el del tema de cierre Days of Candy sea demasiado evidente de ese sonido agridulce que hacen, esa alegría contenida o melancólica, pero qué mas da. Mientras consigan esas cotas de emoción yo estaré rendido a sus pies. El impacto de este disco ha sido tan fuerte que he sido muy injusto con su excelente trabajo posterior -Thank your lucky star-, pero es que hasta las cosas más hermosas palidecen frente a la belleza etérea de estas canciones. Música para soñar, música para volar.
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2. Joanna Newsom. Divers.

Divers

Muchos han sido los que a lo largo de la historia de la música moderna han intentado atrapar el sonido de América, de Estados Unidos, en su globalidad. La mayoría se han conformado con asimilar el sonido de una región determinada: el blues del delta del Mississippi, la California dorada, Nebraska y el medio oeste, New York y la gran metrópolis. Algunos lo suficientemente audaces han pretendido abarcarla por completo y casi lo logran; Brian Wilson lo intentó en la época del Smile y acabó medio loco; Sufjan Stevens se lo planteó estado a estado, pero se quedó en solo dos sin visos de continuación. Joanna Newsom, retomando el trabajo empezado cincuenta años atrás por Brian Wilson y Van Dyke Parks y actualizándolo con la ayuda de alquimistas de nuestra época como Jim O´Rourke, encontró esa piedra filosofal con Ys (2006). En su siguiente trabajo cuatro años después experimentó con ella en su triple disco Have one on me. Cinco años después, con Divers ha llegado a su destino, lo ha conseguido. Porque, en las once canciones que completan el disco, lo que suena no es música americana, adaptada y asimilada al medio como han logrado genios como Bill Callahan y Will Oldham, sino que esta música es América. El sonido viene directo de los bosques, de las praderas, puedes notar la humedad tras alguna de las canciones como Anecdotes, pero también viene de la gran ciudad como en Leaving the city. En estas once canciones Joanna Newsom ha conseguido condensar toda América y sus tradiciones, logrando un disco estremecedor, maravilloso, con cientos de detalles para disfrutar a pequeños sorbos. Las canciones se expanden, van entrando y saliendo instrumentos diversos, las melodías van evolucionando en cada tema de un modo sutil y mágico que solo Andrew Bird sabe hacer en la actualidad. Y Joanna canta mejor que nunca, dejando atrás ese tono excesivamente aniñado que la caracterizaba en sus inicios. Y nos canta sobre los temas universales: el paso del tiempo, la vida, la muerte, el amor.
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1. Sufjan Stevens. Carrie & Lowell.

Carrie and Lowell

Ha costado llegar hasta aquí. Realizar esta lista subjetiva y un tanto absurda, ordenar cada uno de estos excelentes discos con algún criterio. A medida que he ido escribiendo estas reseñas las dudas de por qué uno está antes que el otro me han seguido acompañando. Quizás si partiese de nuevo de cero el orden sería distinto. Pero durante todo este proceso, desde el primer momento, siempre he tenido claro que este disco debía ocupar el primer puesto. Por su calidad, por su impacto emocional y por todo lo que significa para mí actualmente. Descubrí a Sufjan Stevens en el 2004, una época personal de viajes y descubrimientos. Seven swans y Michigan me acompañaron en ese viaje a la edad adulta. Escuchar esas canciones me llevan instantáneamente a carreteras secundarias del norte de Francia, a descubrir y adaptarme a la soledad del mundo adulto. Luego en 2005 llegó Illinois, mi disco favorito de lo que va de siglo, y mi devoción por Sufjan se hizo incondicional. Superado el trauma de que abandonase el proyecto de los cincuenta estados, lo he seguido con sus colecciones de Villancicos, su composición orquestada homenaje a una autovía (The BQE), y su salida a una crisis existencial con ese disco electrónico con cachivaches analógicos que fue The age of Adz -junto con el maravilloso EP All delighted people forman parte de mi memoria personal del 2010-. Cinco años después aparece este Carrie & Lowell, mi disco favorito de Sufjan Stevens. Ha costado llegar hasta aquí.
 "Espíritu en mi silencio puedo oírte, pero me da miedo tenerte cerca. Y no sé por donde empezar, no sé por donde empezar". Así comienza  Death with dignity, canción que abre el disco, con una invocación al espíritu de la madre fallecida de Sufjan Stevens. Porque este maravilloso, emotivo e impresionante disco es una elegía a esa muerte, un intento de comprender a esa madre que ya no está físicamente pero que en vida muchas veces tampoco lo estuvo, Carrie; y un homenaje sentido a ese padrastro que, sin vínculos de sangre, siempre estuvo ahí supliendo lo que hubiese que suplir, Lowell -¿qué debe de sentir este hombre cuando escucha Eugene?-. Un disco brutalmente sincero, de inmensa carga emocional, donde se habla de la muerte sí, pero también del perdón, de la belleza, de la vida, del amor. Cada línea de cada canción no tiene desperdicio. Cada canción es maravillosa. Podré contar dentro de muchos años que lo vi en directo en Madrid, el mejor concierto de mi vida ¿Por qué escuchamos música? Para encontrarnos con discos como éste, para sentirnos vivos. Gracias Sufjan.
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