I started out in search of ordinary things...

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martes, 22 de diciembre de 2015

Discos del 2015 (I)


50. Iron and Wine & Ben Bridwell. Sing into my mouth.



Iron and Wine -o lo que es lo mismo Sam Beam- se junta en esta ocasión con Ben Bridwell -cantante y guitarra de Band of Horses- para pasar un buen rato y grabar este disco de versiones de artistas tan heterogéneos como Talking Heads, Spiritualized, John Cale y Sade, adaptándolos a una atmósfera country-folk de agradable escucha, para tardes tranquilas de sofá y manta.
 Un divertimento por debajo del nivel de los discos "oficiales" de sus respectivos grupos, pero muy por encima de otros discos de esté genero. Mis favoritas son las versiones de You know more than I know de John Cale y con The Straight and the narrow de Jason Pierce.
Pincha aquí para ver video

49. Josh Ritter. Sermon on the rocks.


Mis expectativas ante el nuevo trabajo de Josh Ritter tras el magnífico The Beast in its Tracks de hace dos años eran tan grandes, que las primeras escuchas de este Sermón de la Montaña me dejaron bastante frío. La emoción a corazón abierto de su obra anterior -disco de ruptura sentimental y de curación de las correspondientes heridas sufridas- era sustituída por una música más, ejem, estándar; buenas canciones de corte clásico listas para sonar en radios americanas -si es que todavía quedan emisoras de música allí no fagocitadas por Spotify y compañía-. Es como comparar el primer disco de Wilco con sus grandes discos de principios del s.XXI. Pero, ojo, el primer disco de Wilco era muy bueno, con canciones enormes. Al igual que este último de Josh Ritter: buena música americana de toda la vida; muy disfrutable aunque no vaya a cambiar tu vida. 

48. Godspeed You! Black Emperor. Asunder, sweet and other distress.



Hubo una época, en los años 2000 y 2001, con el lanzamiento de su segundo disco Lift your skinny fists like antennas to heaven, en los que Godspeed You! Black Emperor eran lo más; su post-rock instrumental con canciones de 20 minutos en las que se alternaban crescendos épicos, furia ruidosa con momentos de calma, ruidos extraterrestres con narraciones y discursos emotivos,  recibían las mejores críticas; se hablaba de ellos en todas las revistas especializadas, su gira por España fue un éxito rotundo -desde la perspectiva minoritaria claro está-. 
Han pasado los años y el colectivo de Montreal sigue en sus trece, ellos no se han movido de sus coordenadas sonoras, -quizás han abandonado parte de su épica, eliminando esas narraciones que hacían de interludio a mitad de canción, privilegiando las guitarras y distorsión y el ruido a las secciones de cuerda- pero parece que somos nosotros los que hemos cambiado nuestros gustos, porque sus últimos discos han pasado casi de puntillas. Puede que ya nos hayamos acostumbrado a su música, que ya no sea una novedad, pero si buscas post-rock visceral de guitarras a flor de piel y desarrollos largos y emocionantes, ya sabes donde encontrarlos.

47. Elvis Perkins. I Aubade.


El tercer disco de Elvis Perkins, descoloca. Tras disfrutar de la brillantez instrumental y la producción de su anterior trabajo Elvis Perkins in Dearland, darse de bruces con esta colección de 13 canciones ariscas, con producción aparentemente escueta, casi lo-fi, puede resultar una escucha difícil. Las canciones parecen sacadas del fondo de un trastero, con una patina de polvo encima, grabadas para su consumo personal, sin importar que otros las van a escuchar también. Pero si somos capaces de darle varias escuchas al disco, con paciencia y un plumero para quitarles el polvo, descubriremos el brillo de las grandes canciones a las que Elvis Perkins nos tiene acostumbrados, a esa mezcla entre el Micah P.Hinson más pausado y Clem Snide. Dale una oportunidad y disfrutarás de & Eveline, Hogus Pogus, My 2$...

46. Brian Wilson. No pier pressure.


El 16 de mayo del año que viene se cumplirán 50 años del lanzamiento del Pet Sounds de los Beach Boys. Cincuenta años. Así que el hecho de que en este 2015 el bueno de Brian Wilson haya sacado un disco con nuevo material, y que dicho disco contenga por lo menos un puñado de buenas canciones, ya es motivo de celebración. Cierto que la producción de algunos temas dé algo de grima, que a veces lo romántico roce lo cursi, pero las melodias de siempre siguen ahí. Y en algunos coros y acordes de viento incluso el fantasma de Smile se percibe detrás de las cortinas de atrezzo. Pop de muchos quilates. 




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