I started out in search of ordinary things...

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lunes, 15 de diciembre de 2014

Discos del 2014 (VI)

25. Swans. To be kind.


Ser amable. Hay que ser muy cabrón para ponerle a este disco ese nombre. Porque la música de Swans puede ser muchas cosas, pero no es amable. Y escuchar este disco no es agradable, todo lo contrario.

 Sólo para espíritus muy inquietos y aventureros, sumergirse en las más de dos horas que conforman las diez canciones de este disco doble es una experiencia brutal, por momentos acongojante, un paseo nocturno por la ciénaga del rock, donde se oyen ruidos extraños y se vislumbran las huellas de ritos vudús. Y si alguien piensa que exagero que se ponga con los auriculares a todo volumen los 34 minutos de Bring the sun/ Toussaint l'overture. Yo ya he avisado.

24. Mogwai. Rave tapes.


¿Hasta dónde puede llegar un grupo que se dedica a hacer rock instrumental con guitarras, bajo, batería y algunos teclados ocasionales? ¿Cuántos discos puede aguantar la fórmula hasta que se haga aburrida y repetitiva? Por ahora, -sin contar EPs ni directos ni obras para exposiciones o series de zombies-, Mogwai llevan ocho discos en ello, y todavía no se han cansado ellos ni nosotros, que seguimos esperando cada nueva entrega. En esta ocasión, respecto a sus trabajos anteriores, destacan más los teclados, dando un toque electrónico y, en algunos temas, una patina ochentera (como en Remurdered). Quizás se echa en falta algo más de nervio guitarrero -este disco parece menos punk, todo más ordenado y milimétrico, más alemán-, pero la tensión de siempre sigue ahí. Y que dure.

23. Remate. Nelson es perfecto.


La paternidad, la felicidad. Este disco de siete canciones parece pequeño, pero es muy grande, enorme, porque Remate es un genio, porque este disco es perfecto. 

22. Cloud Cult. Unplug.


Como muchas de las cosas buenas que nos pasan, llegué a este disco por pura casualidad. No había oído hablar en mi vida de Cloud Cult. No sabía que antes de grabar este acústico de su última gira en directo habían sacado ocho discos de portadas espantosas, lleno de canciones con mensaje ecologista en el que desarrollaban un pop-folk freaky psicodélico espacial, como unos Flaming Lips pop activistas de Greenpeace. Y fue una suerte que no supiese nada de esto, porque de otro modo no me hubiese acercado a este disco, en el que sustituyen los cachivaches por una sección de cuerdas, desnudan los temas dejando lo esencial: las canciones, tremendas, hermosas y llenas de sentimiento. Porque, sin tener razones especiales para ello, este disco me suena ante todo sincero. Sincero y hermoso. 
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21. Conor Oberst. Upside Down Mountain.



El mejor disco de Conor Oberst en años, ya sea con su nombre como con Bright Eyes. A la altura del Cassadaga, pero dejando aparcada la faceta política para centrarse en las canciones, enormes. Ha perdido la magia de sus comienzos (Fevers and mirrors), y recemos porque un día recupere Desaparecidos para volver a hacer punk protesta, pero como hacedor de buenas canciones de folk-rock sigue estando en la cumbre.

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